Troll es un término noruego que menciona a una criatura mitológica. En
nuestra lengua, la escritura correcta de la palabra es trol, con una única L,
según acepta el diccionario de la Real Academia Española (RAE).
En el ámbito de la informática, un troll es un usuario que se dedica a
publicar contenidos ofensivos o falaces en Internet, con la intención de
generar un clima negativo en una comunidad virtual o de distorsionar la
realidad. El concepto se utiliza también para nombrar a las identidades falsas
que se emplean en la red para difundir información errónea de manera anónima.
Un partido político, por ejemplo, puede crear cientos de trolls para
publicar falsas denuncias sobre otra agrupación, intentando que el mensaje
falaz se multiplique en Internet para desprestigiar al grupo opositor.
El troll de Internet parece sentir un especial placer al ofender al resto
de los usuarios y al iniciar discusiones absurdas, sin razón aparente. Si bien
en ciertos ámbitos su accionar puede resultar sencillamente molesto y, en el
mejor de los casos, gracioso, en otros puede provocar profundas heridas a nivel
psicológico a causa de sus comentarios, generalmente carentes de tacto.
Dados los problemas que suelen generar, mucha gente parece no entender por
qué no se puede erradicar de una vez por toda esta figura tan nefasta; la
explicación, por otro lado, gira en torno al relativo anonimato que Internet
nos provee. Un troll no tiene intenciones de razonar; no desea llegar a un acuerdo
con los demás, ni siente culpa por las consecuencias de sus ataques. La razón
de su existencia es simple y sencillamente entorpecer la comunicación de los
demás.
La figura del troll puede pasar desapercibida para muchas personas,
especialmente para las que llevan navegando la Red desde sus comienzos, pero
los individuos más vulnerables pueden vivir experiencias cercanas al acoso. En
el caso de los foros, por ejemplo, las incesantes discusiones desatadas por un
troll pueden llevar a ciertos usuarios a darse de baja y a otros, a decidir no
inscribirse.
Como si esto fuera poco, el clima tenso que crea un troll es contagioso:
poco a poco, más usuarios que solían disfrutar de sus interacciones en la Red
se vuelven más cautos a la hora de iniciar un intercambio, por miedo a caer en
las garras de uno de estos molestos seres; del mismo modo, una simple respuesta
discrepante puede despertar una actitud violenta sí parece provenir de un
troll.
¿Qué se debe hacer cuando se detecta la presencia de un troll? Sencillamente,
advertir al resto de los usuarios (DE TU GRUPO O PÁGINA) y pedirles que no le
dirijan la palabra y que no hagan caso de sus intentos por exasperarlos. ¿Qué
se debe evitar? Intentar razonar con ellos; no importa nuestra amabilidad o
nuestra paciencia, ya que ellos juegan un rol fijo, no son personas de mal
humor que tarde o temprano se calmarán, sino entidades que sólo responden de
mala manera y provocan a los demás.