Ryan un día llegó a su casa fue
directo a su madre Susan y le dijo que necesitaba 70 dólares para comprar un
pozo para los niños africanos, desde entonces, su vida dio un giro enorme.
Ryan nació en Canadá en mayo del
91. De pequeño, en la escuela, cuando tenía tan solo seis añitos su maestra les
habló de cómo vivían los niños en África.
Se conmovió profundamente al
saber que algunos hasta mueren de sed, que no hay pozos de dónde sacar agua,
pensar que a él le bastaba dar unos pasos para que el agua saliera del grifo
durante horas…
Ryan preguntó cuánto costaría
llevarles agua. La maestra lo pensó un poco y recordó una organización llamada
WaterCan dedicada al tema y le dijo que un pequeño pozo podía costar unos 70
dólares.
Cuando llegó a su casa fue
directo a su madre Susan y le dijo que necesitaba 70 dólares para comprar un
pozo para los niños africanos. Su madre le dijo que debía ganárselos él mismo y
le fue poniendo tareas en casa con las que Ryan se ganaba algunos dólares a la
semana. Finalmente reunió los 70 dólares y pidió a su madre que lo acompañara a
la sede de WaterCan para comprar su pozo para los niños de África. Cuando lo
atendieron le dijeron que lo que costaba realmente la perforación de un pozo
eran 2000 dólares. Susan le dejó claro que ella no podía darle 2000 dólares por
más que limpiara cristales para toda la vida, pero Ryan no se rindió. Le
prometió a aquel hombre que volvería… y lo hizo.
Contagiados por su entusiasmo,
todos se pusieron a trabajar : sus hermanos, vecinos y amigos. Entre todo el
vecindario lograron reunir 2000 dólares trabajando y haciendo mandados y Ryan
volvió triunfal a WaterCan para pedir su pozo.
En enero del 99 se perforó un
pozo en un pueblo al norte de Uganda. A partir de ahí empieza la leyenda. Ryan
no ha parado de recaudar fondos y viajar por medio globo buscando apoyos.
Cuando el pozo de Angola estuvo hecho, el colegio comenzó un carteo con niños del colegio que estaba al lado del pozo, en África.
Así Ryan conoció a Akana; un
chico que había escapado de las garras de los ejércitos de niños y que luchaba
por estudiar cada día. Ryan se sintió cautivado por su nuevo amigo y pidió a
sus padres ir a verle. Con un gran esfuerzo económico por su parte, los padres
pagaron un viaje a Uganda y Ryan en el 2000 llegó al pueblo donde se había
perforado su pozo. Cientos de niños de los alrededores coreaban su nombre
formando un pasillo.
- ¿Saben mi nombre? -preguntó
Ryan a su guía
- Todo el mundo a 100 kilómetros
a la redonda lo sabe, le respondió.
En la actualidad Ryan Hreljac
tiene su propia fundación y llevan más de 400 pozos realizados en africa, este
dato fue tomado en el año 2010.
“El hombre que salva un hombre,
salva el mundo”.
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